La Banda de Gáldar: orgullo de todo un pueblo
- Abraham Ramos Viera
- 9 jul
- 2 Min. de lectura
La Banda de Gáldar actuó este martes en Disneyland París. Un escenario soñado, ante miles de personas, donde sonó el Pasodoble Islas Canarias. No fue solo una actuación, fue la confirmación de que, en un mundo con demasiado ruido y demasiadas prisas, aún tenemos algo que nos une: la música y todo lo que representa.
La Banda de Gáldar no es solo un grupo de músicos con talento. Es una escuela de vida. Durante décadas, ha sido un espacio donde muchas personas han aprendido no solo a leer partituras, sino también a convivir, a respetar, a esforzarse y a soñar juntos.
Llama la atención ver cómo en sus filas conviven personas de todas las edades: desde jóvenes que empiezan a dar sus primeros pasos con un instrumento hasta músicos con décadas de experiencia. Esa diversidad convierte cada ensayo y cada viaje en una oportunidad única de compartir, de aprender unos de otros y de crecer atendiendo a las diferencias que cada generación aporta al grupo.
La calidad musical de la banda es incuestionable, pero igual de importante es la calidad humana que se cultiva en cada concierto. Pero eso no ocurre por casualidad, detrás hay muchas manos y muchos corazones: el compromiso de su director, Rubén Guerrero, que lleva tantos años sosteniendo y haciendo crecer este proyecto con rigor y cariño; el legado de quienes lo precedieron; y todas las personas que, en algún momento de su vida, decidieron dedicar tiempo y pasión a formar parte de esta gran familia.
Tampoco podemos olvidar el esfuerzo silencioso de tantas madres, padres y familiares que durante años se han encargado de llevar, traer, animar y acompañar. Cada nota que suena en un concierto es también fruto de esa complicidad.
Escuchar el Pasodoble Islas Canarias en Disneyland París es una metáfora perfecta. Porque significa llevar nuestra cultura, nuestras raíces y nuestro orgullo más allá de cualquier frontera. Y eso es, precisamente, lo que ha hecho la banda generación tras generación: recordarnos que trabajando juntos podemos llegar tan lejos como queramos.
En tiempos donde todo parece polarizado, me parece importante recordar que este es un logro que pertenece a todos. De todas las proezas que se cuentan sobre Gáldar, de todos los titulares que van y vienen, yo me quedo con esta. Porque cuando suenan los instrumentos y se encienden las miradas del público, comprendemos que esta es la verdadera riqueza de un pueblo: su gente unida en algo más grande que ellos mismos.
Su música. Nuestra música.
Gracias por hacernos soñar.

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