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La participación en proyectos grupales como fuente de bienestar

  • Foto del escritor: Abraham Ramos Viera
    Abraham Ramos Viera
  • 11 sept 2024
  • 3 Min. de lectura

A estas alturas, poco se puede dudar de que vivimos en una sociedad cada vez más individualizada en el contexto de un mundo virtualmente interconectado pero aislado en la práctica, en el que la sensación de soledad y aislamiento se ha convertido en un mal cotidiano. A veces siento que estamos siendo víctimas de un sistema que nos ofrece el éxito personal, la riqueza y la consecución de objetivos individuales como el camino más efectivo hacia la felicidad y la autorrealización, en el que la premisa básica es ser independiente y autosuficiente. Quizás nos estemos equivocando de ruta.

En contraposición a este paradigma, surge aquel que nos habla de la participación colectiva, de los proyectos comunes y de la sensación de pertenencia como la auténtica fuente de bienestar, reconociendo nuestra propia naturaleza social y la interdependencia que nos conecta a unos y otros. Ser parte de un proyecto grupal, ya sea en el ámbito profesional, artístico, comunitario o recreativo, tiene múltiples beneficios que trascienden la mera consecución de una meta, ofreciéndonos oportunidades para el crecimiento personal, el sentido de pertenencia y el desarrollo de habilidades sociales y emocionales.

Ser parte de un proyecto grupal, ya sea en el ámbito profesional, artístico, comunitario o recreativo, tiene múltiples beneficios.

Cuando formamos parte de un proyecto colectivo nos sentimos parte de algo que trasciende nuestra propia visión individual, es lo que se ha venido denominando sentimiento de pertenencia. Emprender proyectos comunes desarrolla entre las personas implicadas cohesión y apoyo, además, el hecho de sumar fuerzas por un objetivo común nos aporta una sensación de propósito más profundo, lo que se traduce en una mayor satisfacción personal.

No hay mayor antídoto para la soledad y el aislamiento que compartir objetivos, proyectos y logros, además, formar parte de iniciativas grupales nos ayuda a desarrollar nuestras habilidades sociales. Trabajar en equipo favorece cualidades como la flexibilidad, la empatía, la capacidad de escuchar y de ceder, llegando a puntos de encuentros intermedios entre formas de pensar, a priori, contrapuestas.  Por otro lado, al afrontar tareas difíciles o desafiantes la presencia de un equipo de apoyo puede marcar la auténtica diferencia entre el éxito y el fracaso. Además, en momentos de máxima dificultad, el respaldo emocional del grupo puede suponer el impulso y la motivación necesaria para seguir adelante.

En un momento en el que cada vez se habla más de salud mental y la necesidad de atenderla desde los diferentes ámbitos de nuestra sociedad, los estudios muestran que las personas que participan regularmente en actividades grupales tienden a tener niveles más bajos de estrés y ansiedad. La interacción social y el sentido de logro compartido ayudan a reducir la tensión mental y aumentan los niveles de dopamina y serotonina, dos neurotransmisores relacionados con la felicidad y el bienestar.

La interacción social y el sentido de logro compartido ayudan a reducir la tensión mental y aumentan los niveles de dopamina y serotonina.

En nuestra búsqueda constante por el bienestar y la felicidad, usualmente se nos muestra que el éxito individual es la clave. Nos esforzamos por alcanzar metas personales, mejorar nuestras habilidades y destacar en todo lo que hacemos. Sin embargo, hay un aspecto fundamental del bienestar que a menudo se pasa por alto: la importancia de formar parte de proyectos colectivos para llenar nuestra necesidad de sentirnos partes como seres sociales que somos. Emprender proyectos y actividades en grupo no solo tiene beneficios a nivel práctico, sino que también puede ser una fuente inagotable de satisfacción y felicidad personal. En definitiva, se trata de transitar por ese camino de vuelta que nos lleva del yo al nosotros.


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