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Las fiestas de los barrios luchan por sobrevivir en Gáldar

  • Foto del escritor: Abraham Ramos Viera
    Abraham Ramos Viera
  • 3 jun 2024
  • 3 Min. de lectura

El movimiento cultural, social y vecinal de Gáldar se ha estructurado durante décadas en torno al proyecto que compartían los vecinos y vecinas de sus diferentes barrios de congregarse anualmente para la preparación y celebración de sus diferentes fiestas. Al hablar con algunos de los líderes vecinales que fueron parte importante de aquella forma de ser, suelen coincidir en el diagnóstico del estado actual de hastío y, con nostalgia, entonan eso de “eran otros tiempos”. Pero yo me pregunto, cómo eran aquellos tiempos, qué ha cambiado para que algo que forma parte de nuestra idiosincrasia esté desapareciendo y, lo más importante, cómo podemos recuperarlo.

No podemos negar que el paso del tiempo va transformando nuestra realidad de forma natural, sin embargo, en estos casos en los que vemos que tradiciones arraigadas y que tantos beneficios aportan al bienestar social y la riqueza cultural desaparecen, algo está pasando, algo estamos haciendo mal o estamos dejando de hacer. En este artículo me voy a centrar, sin ánimo de generalizar, en la realidad de mi municipio, Gáldar, y lo hago con ánimo de abrir un espacio de reflexión colectivo en vez de compartir conclusiones categóricas.

A poco que hagamos un análisis de la deriva que ha tomado las manifestaciones festivas de los diferentes barrios podemos apreciar una clara tendencia a la baja que reconocemos en indicadores como: participación de público en sus actos, número de actos en sus programaciones y presencia mediática de los mismos. Esta tendencia, aunque se ha hecho más evidente después de la pandemia, era más que patente en la última década prepandemia. No me parece necesario ni oportuno mencionar casos concretos para saber que hay fiestas que se han quedado reducidas a su mínima expresión en algunos barrios, en otros, es el propio Ayuntamiento el que ha salido al rescate de la misma.

A la hora de buscar responsables, las miradas se centran en las propias entidades vecinales, pero nada más lejos de la realidad. He pasado varios años de mi vida ligado al movimiento vecinal y lo que he reconocido en la mayor parte de las personas que aún permanecen activos en las asociaciones vecinales es capacidad de sacrificio, de servicio y de lucha a pesar de las dificultades por dar lo mejor a su barrio. Mi opinión personal es que muchas veces hacen mucho más de lo pueden para seguir adelante, hasta que se resignan a que sin más apoyo y compromiso es imposible y abandonan.

La gran desgracia de una sociedad individualista es la sensación de soledad y separación que se va instaurando en las personas.

Los retos con los que se han encontrado las entidades vecinales en los últimos años son, en primer lugar, una sociedad cada vez más individualista que le presta poca importancia al trabajo comunitario. La gran desgracia de una sociedad individualista es la sensación de soledad y separación que se va instaurando en las personas, con las consecuencias que conocemos en el área de bienestar social y salud mental, porque no olvidemos que somos seres sociales. Pero hay una gran ventaja para el sistema de propiciar este individualismo, las personas aisladas son más fáciles de someter, de engatusar y de manipular, pero este ya este es otro tema.

En segundo lugar, para las entidades vecinales cada vez es más difícil poner en marcha actos, ya sea por la subida de los precios en cualquier evento o actividad que se quiera contratar o por las trabas burocráticas que ello implica. Además, las asociaciones de Gáldar aún se están recuperando del revés que supuso la decisión del Ayuntamiento de negarles el acceso al equipo de sonido e iluminación y al personal municipal de esta área a los barrios, esto supuso un aumento significativo en los gastos de las fiestas, que, por supuesto fue mucho mayor que el aumento en la subvención municipal con la que intentaron redimirse de esta sinrazón.

En tercer lugar, los barrios en los últimos años se han encontrado con la obligación de competir con actividades organizadas por el propio Ayuntamiento, que como es de esperar, cuenta con muchísimos más recursos y medios. Este es un tema especialmente sensible sobre el que no tengo clara una postura personal, si bien creo que es conveniente aprovechar las manifestaciones culturales y festivas de los barrios como una oportunidad de enriquecer la oferta del propio municipio.

A pesar de todo, y gracias al interés de unos pocos, las fiestas de los barrios luchan por sobrevivir, no sé por cuanto tiempo.

Llegados hasta aquí, en un aspecto en el que la realidad es lo suficientemente obvia, podemos llegar al acuerdo de que algo está ocurriendo, que aquella forma de ser y de entender la comunidad se está disolviendo a pasos agigantados. Pero a pesar de todo, y gracias al interés de unos pocos, las fiestas de los barrios luchan por sobrevivir, no sé por cuanto tiempo.

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