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Lo que los perros nos enseñan de la vida

  • Foto del escritor: Abraham Ramos Viera
    Abraham Ramos Viera
  • 7 nov 2024
  • 2 Min. de lectura

Me declaro culpable de sufrir ataques de cariño irrefrenables ante la mera presencia de mi perra. Ella tiene la capacidad de desarmarme con una mirada, de acabar, sin ningún esfuerzo, con los enfados, las tristezas y los agobios cotidianos del día a día. Soy de ese grupo de personas para los que su perro es un miembro más de la familia.

Más allá de ser simples compañeros, los perros tienen un efecto profundo en nuestras emociones y en nuestra manera de vivir. Su presencia no solo reduce la soledad, sino que ofrece consuelo en momentos difíciles. ¿Quién no ha sentido cómo desaparece una nube de mal humor después de una tarde jugando con su perro? Las caricias, las travesuras compartidas y los paseos al aire libre generan un bienestar inmediato, liberando endorfinas y serotonina, las hormonas que nos hacen sentir más felices. Estos momentos de ternura y alegría pueden reducir el estrés y la ansiedad de forma natural. Además, el ejercicio que conlleva cuidar de un perro, desde las caminatas hasta los juegos, es un gran motivador para mantenernos activos y mejorar nuestra salud física y mental.

Sin embargo, quiero centrarme en algo que va más allá de los beneficios emocionales y físicos. A través de los ojos de nuestro compañero canino, podemos aprender valiosas lecciones sobre la vida, esas que a menudo olvidamos en medio de la rutina y las prisas.

Suponen para el ser humano un oasis en mitad del caos, en mitad de las prisas y del estrés, los perros no enseñan a mantener la cala, a volver a las cosas sencillas, pero profundamente, valiosas de la vida. Mientras el mundo a nuestro alrededor parece estar en constante movimiento, ellos nos invitan a detenernos y disfrutar del presente.

Los perros no se preocupan por lo que ocurrió ayer ni se angustian por el mañana. Están completamente inmersos en el "aquí y ahora". Su capacidad para vivir el momento es algo que todos deberíamos aprender. Nos recuerdan que la vida es demasiado corta como para no disfrutar cada instante.

Los perros nos enseñan la importancia del amor incondicional. No importa cuán mal haya ido nuestro día, ellos siempre están ahí, felices de vernos, moviendo la cola, dispuestos a ofrecernos su compañía sin pedir nada a cambio. Su lealtad y amor desinteresado nos muestran cómo amar a los demás sin esperar nada a cambio.

Para un perro, una simple caminata o un juguete puede ser motivo de una inmensa felicidad. Nos recuerdan que la alegría no se encuentra en las grandes cosas, sino en los pequeños detalles, en las cosas simples que a menudo pasamos por alto. Aprender a disfrutar de esas pequeñas dosis de felicidad diaria es una de las enseñanzas más importantes que nos ofrecen.

En definitiva, los perros no solo llenan nuestras vidas de compañía y amor, sino que también nos enseñan valiosas lecciones sobre cómo vivir mejor. Nos muestran cómo vivir el presente, amar sin reservas y encontrar alegría en lo sencillo. En un mundo lleno de distracciones y preocupaciones, deberíamos observar más a nuestros compañeros de cuatro patas y aprender a vivir la vida con la misma sencillez y plenitud que ellos.


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